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ABANICO/ La atalondrada “e” del lenguaje no sexista

Por Ivette Estrada

Un largo sueño, la equidad de género, se desdibuja. La brecha salarial de al menos 13% coexiste mientras en la C suite la representación femenina se estanca y los techos y acantilados de cristal aumentan.

Ante esto aparecen antifaces que pretenden reivindicar la realidad. Emergen entonces formas lingüísticas neutras que sustituyen al masculino genérico. De la ‘@’ se pasó a la ‘x’ y, en los últimos años, la ‘e’ aparece grotesca en palabras que quieren ser inclusivas y resultan irrisorias: “todes, nosotres, querides”.

La “e” intrusiva es una opción breve frente al desdoblamiento de género (todos y todas) y, sobre todo, porque es fácil de pronunciar, a diferencia de la ‘@’ y la ‘x’, alternativas impronunciables.

¿Por qué se adueña arbitrariamente del lenguaje la “e”? Tiene un doble propósito: dar visibilidad a las personas que no se identifican con el binomio masculino-femenino y al unísono, intentar usar una forma realmente neutra, es decir, una que sea inclusiva y no dé lugar a dudas como ocurre con el masculino genérico.

Ahora, lograr un español en el que cada integrante de la sociedad se sienta representado es posible sin deformar el lenguaje.

Una fórmula es desterrar el Señorita vs Señora. A las mujeres aún se les pide en algunos sitios web que especifiquen si son solteras (señorita) o casadas (señora), algo que no se les exige a los varones. Esta es una forma de discriminación hacia las mujeres que a menudo pasa desapercibida, pero que debe empezar a cambiar.

Se aconseja utilizar siempre ‘señora’ para referirse a cualquier mujer, sin importar su edad ni estado civil, tal y como sucede con los hombres. Puede que al principio resulte extraño, pero es la mejor manera de lograr igualdad en el trato.

Ahora, la designación de ciertas profesiones se mantiene en masculino. Las mujeres llevan décadas incorporadas en el mercado laboral y es necesario contar con términos que las visibilicen. Por lo tanto, se debe hacer uso de las formas femeninas para referirse a profesiones o funciones desempeñadas por mujeres. Por ejemplo: abogada, presidenta, ministra…unas resultan más inusuales: gerenta, médica, ingeniera, árbitra o pilota.

Algunas otras formas correctas de manejar el femenino en los cargos son: jueza, cancillera, alcaldesa, lideresa, servidora pública, bombera.

Conviene usar expresiones neutras, sin género, o sustituir la expresión “colaboradores” por “con la colaboración de” o utilizar “redactado por” en lugar de “redactores…

Es recomendable utilizar formas inclusivas para referirse a un grupo de personas, como por ejemplo, equipo docente en lugar de ‘los profesores o alumnado’ en vez de ‘alumnos’; o ‘el personal’ en lugar de ‘los trabajadores’.

Pero lo más importante no es limitarnos a emplear un lenguaje no sexista, sino a trabajar en la verdadera equidad de género desde casa, desde siempre, con la conciencia de que cada acción cotidiana debe romper los estereotipos de lo que puede lograr un hombre o una mujer. La “e” no basta. Es un recurso barato que debe desterrarse.

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