Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas
Los países de mercados emergentes son invariablemente complejos. Por un lado, están comenzando más tarde, y a menudo con menos recursos, que las economías industriales más establecidas. Por otro lado, a menudo tienen necesidades sociales insatisfechas que pueden ofrecer enormes oportunidades a las empresas que se posicionan adecuadamente. A menudo, esas son empresas que aún no han nacido.
Ante esto, el espíritu empresarial emergente resulta crucial.
Para algunos, la riqueza de oportunidades y problemas a resolver son una ventaja, pero generar ideas innovadoras que vayan más allá de la norma no es tan fácil. Puede ser difícil convencer a las personas de que pueden hacer algo diferente.
Eso es difícil, pero cuando se agregan recursos escasos y la capacidad limitada de recuperarse para el fracaso, se puede provocar una precaución que limita la capacidad de una empresa para escalar.
En mercados emergentes, los empresarios tienen que entender el contexto en el que construyen, cómo hacer que las cosas funcionen en casi nada durante mucho tiempo, y generar ingresos positivos lo más rápido posible.
Ahora, en algunas partes del mundo, donde hay sistemas de castas y barreras religiosas y culturales, a menudo hay más barreras de entrada para que las mujeres se levanten en las corporaciones.
Por lo tanto, la elección de ser un emprendedor es más fácil, a menudo es una de las únicas opciones. Eso libera a las mujeres para eliminar el 99 por ciento de otras cosas que absolutamente nunca harán o no podrán hacer.
Muchos gobiernos, así como organizaciones multilaterales de todo el mundo, reconocen que los empresarios son creadores de empleo y que existe una gran sed entre la próxima generación de jóvenes en todas partes para impulsar su propio futuro. Cada vez se concentran más recursos en esta demanda reprimida. Es la revolución del emprendimiento.
Ahora, para romper las barreras en las economías emergentes, se debe tener un sistema en el que a la gente se le permita tener ideas y ejecutarlas.
Uno de los desafíos realmente críticos que enfrentan las mujeres es la falta de acceso a las redes tradicionales, en educación, capacitación, financiamiento, en comparación con lo que está disponible para los hombres. Por lo tanto, las empresas propiedad de mujeres encuentran grandes oportunidades dentro de las organizaciones cooperativas donde compran y venden entre sí.
Cada lugar tiene una perspectiva cultural única que los empresarios pueden aprovechar para aportar algo nuevo.
La moda es un gran ejemplo. En el Medio Oriente, las mujeres están comenzando a abastecer productos de alta gama a las mujeres ricas de Oriente Medio.
De manera paralela, los gobiernos pueden agregar incentivos como créditos fiscales para aumentar la inversión.
Pueden promover la estabilidad, los derechos de propiedad intelectual y la transparencia de los precios. También pueden centrarse en un transporte más eficiente que ayudará al potencial de las pequeñas empresas a crecer.
Los países que están ansiosos por mantener su crecimiento económico están muy interesados en tener mujeres exitosas en la fuerza laboral y en asegurarse de que esas mujeres no solo tengan la educación necesaria, sino que obtengan el tipo de financiamiento que les permitirá iniciar empresas y ampliarlas.