México y Estados Unidos acordaron este jueves acelerar la conclusión de obras de infraestructura en su vasta frontera común, poniendo énfasis en la implementación de tecnología para incrementar la seguridad en el límite binacional más transitado del mundo.
El acuerdo contempla la inversión de unos 4.200 millones de dólares, que ya han sido autorizados por ambos gobiernos, destinados a 14 proyectos del lado mexicano y seis en el flanco estadounidense, que deberán estar operativos para finales del 2023, informó el canciller mexicano Marcelo Ebrard.
El jefe diplomático hizo este anuncio tras reunirse con el embajador estadounidense en México, Ken Salazar, y el subsecretario de Estado para la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Cumplimiento de la Ley, Todd Robinson, en la fronteriza ciudad de Tijuana (noroeste).
Ebrard explicó que actualmente ambos países cuentan con tecnología desigual, que no está conectada ni es compatible entre sí, por lo que se requiere un “gran avance” para que “haya más movimiento y más seguridad” en la frontera.
“La meta es ser más efectivos (…) contra fentanilo que va, armas que vienen, dinero que va y viene y todo lo que tenga que ver con actividades ilícitas”, detalló el canciller mexicano en una rueda de prensa tras la reunión.
Precisó que los esfuerzos se enfocarán en el uso de tecnologías no intrusivas para control y revisión de camiones, registros biométricos e información actualizada de bienes y personas.
El subsecretario Robinson subrayó, por su parte, que “lo más importante” para ambos países es que “estemos usando tecnología confiable”, por lo que resaltó la necesidad de dialogar sobre quiénes serán los proveedores de dichas herramientas.
“Mi preferencia sería compañías mexicanas o americanas”, afirmó.
La reunión se desarrolló en el marco del llamado “entendimiento bicentenario”, un nuevo mecanismo de cooperación binacional en materia de seguridad impulsado por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esta alianza, instaurada a finales del año pasado y basada “en la confianza y el respeto mutuo”, reemplaza a la llamada Iniciativa Mérida, criticada por el mandatario izquierdista al considerar que solo disparó la violencia en territorio mexicano.